viernes, 22 de julio de 2011

Reflexión: OTRA OPORTUNIDAD


Marcos 16:7

Pero vayan y digan a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea; ahí le verán, como él les dijo.

Fue como descubrir un juguete sorpresa en una caja de “Kelloggs”, o ver una pequeña moneda de 25 en un montón de botones, o descubrir un billete de $20 entre varios sobres vacios.

En Marcos capitulo 16, cuando uno lee los primeros 5 versículos acerca de la sorpresa que se llevaron las mujeres al encontrar la piedra de la tumba del Señor removida y ver la tumba vacía, descubrimos un relato poderoso. 

Yo disfruto la victoriosa frase expresada por el ángel: “Ha resucitado, no está aquí”, pero no nos detengamos aquí, si avanzamos hasta el versículo 7 encontramos las palabras siguientes: “Pero vayan y digan a sus discípulos, y a Pedro, que él
va delante de ustedes a Galilea; ahí le verán, como él les dijo”.

Si pudiera parafrasear esas palabras, diría: “No se queden aquí, vayan a decirle a sus discípulos que ha resucitado y que los espera en Galilea”, una pausa y luego una sonrisa, “Y especialmente díganle a Pedro, que no vaya a faltar a esa cita”.

¡Qué palabras más emocionantes! Es como si el cielo entero hubiese visto a Pedro fallar, y como que todo el cielo quisiera ayudarle a levantarse. “Asegúrense de decirle a Pedro que a pesar de lo que hizo, no crea que ha sido dejado fuera, díganle que una falta no es una derrota”.

Pedro descubrió que podía tener una segunda oportunidad.

Aun los ángeles querían que ese avergonzado pescador supiera que no todo había acabado para él. El mensaje venia fuerte y claro desde el trono celestial a través de un mensajero divino. “Asegúrense de decirle a Pedro que tiene otra oportunidad”.

Los que conocen de estas cosas dicen que el Evangelio de Marcos es realmente notas transcriptas y pensamientos dictados por el mismo Pedro al joven Juan Marcos. Si eso fuera verdad, ¡Entonces fue Pedro mismo quien incluyo esas dos palabras en el relato! Y si esas son realmente sus palabras, no puedo si no imaginarme que ese viejo pescador tuvo que secarse las lagrimas y tragar grueso al llegar a esta parte de su historia.

Y es que no todos los días uno obtiene una segunda oportunidad. Pedro debía saber eso. La próxima vez que vio a Jesús, se alegro tanto que apenas pudo ponerse la ropa y entrar al agua fría del mar de Galilea y nadar hasta la orilla para encontrarse con él.

Eso fue suficiente, eso es lo que dicen, para que este inculto pescador de Galilea llevase el evangelio de la segunda oportunidad hasta Roma, donde lo mataron. Si alguna vez se pregunta por qué razón un hombre como Pedro estaría dispuesto a ser crucificado cabeza abajo, quizá ahora sepa la respuesta.

No todos los días se encuentra a alguien que le dé una segunda oportunidad, mucho menos alguien que le dé una segunda oportunidad todos los días.

Pedro, y yo, encontramos en Jesús las dos cosas.

Ud. También puede encontrar esa Gracia en Cristo. Una nueva oportunidad.

El perdón y no la ira, es el mejor atributo de Dios.

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